"So you think you can stop me and spit in eyes."
F. Mercury.
Cabría la pregunta: el fracasado, al contar las historias de una vida llena de desazones -haciendo claro que éstas, siempre llevan una connotación intrínseca de consejo y jamás de desaliento, según ellos-: ¿pretende irradiar con su voz, una enfermedad venérea cuyos primeros síntomas -y por lo general, los únicos- son la derrota y el desamor?
Es como el despechado que al oler la muerte a la puerta y ver sus deseos reflejados en un cuerpo ajeno -más joven que el suyo-, lanza su ponzoña directo al rostro de los incautos o de los que mantienen limpios sus ojos con un tratamiento regular de lágrimas.
-Quizá -se dice-, quizá si hablo con furibundo sentimiento arificial, estos jóvenes pierdan de una vez por todas cualquier esperanza. Quizá de esta manera, cuando lo vean todo perdido, se logren aferrar al primer salvavidas que les sea lanzado: quizá aún esté aquí para lanzarlo a ella.
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